Las pestañas se caen con cada parpadeo
No es que no haya despertado antes así , a golpe de diez de la mañana, -digo que son alrededor de las diez porque la luz que entra por la ventana lo anuncia-, tampoco es que nunca haya pensado que estar en soledad dentro de este cuarto es hasta agradable, siempre me gustó quedarme un rato después de despertar viendo al techo y pensando en las cosas que me gustan pensar, supongo que una parte de mí cree que al tenerlas al menos en la mente estarán cerca de mí.
Sé que me dijeron alguna vez que al despertar si estiras los brazos por encima de tu cabeza y dedos de los pies por abajo de los talones es bueno, algo que ver con las vertebras y un augurio de un día mejor. Aunque nadie nunca me dijo que el tiempo haría que mis rodillas dolieran, o que tendría que preocuparme más por horarios de comidas, nunca nadie me dijo que las pestañas se caen con cada parpadeo, que nada es para siempre, que todo es para un ratico.
Sé que me dijeron alguna vez que al despertar si estiras los brazos por encima de tu cabeza y dedos de los pies por abajo de los talones es bueno, algo que ver con las vertebras y un augurio de un día mejor. Aunque nadie nunca me dijo que el tiempo haría que mis rodillas dolieran, o que tendría que preocuparme más por horarios de comidas, nunca nadie me dijo que las pestañas se caen con cada parpadeo, que nada es para siempre, que todo es para un ratico.
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